lunes, 28 de abril de 2014

The Last Request


Era la cuarta vez que se oían las risas y los chillidos infantiles, y Harry no estaba dispuesto a dejar que le dieran la noche y le impidieran disfrutar de la velada. Había alquilado un castillo escocés por una semana con otra pareja de amigos. Él no tenía niños, pero la otra pareja tenía a Lena, una hija adolescente que pasaba de todo la mayor parte del tiempo, y a Jan, un pequeño diablo de cuatro años que todas las noches, sin excepción, se paseaba con una sábana por el ala este, pretendiendo ser un temible fantasma. Ann y Jack, sus padres, eran blandos con él, y al final el pequeño se salía con la suya casi siempre.

—Dejadme a mí—dijo Harry levantándose y haciendo una seña a Ann para que permaneciera quieta.

Subió las escaleras de dos en dos sin hacer ruido, y se asomó al pasillo que daba a las habitaciones donde dormían los niños. Allí estaba el pequeño tunante, justo en medio del pasillo, arrastrando la sábana que lo medio cubría y avanzando hacia la habitación de Lena, para volver a asustarla. Harry dejó que por enésima vez abriera la puerta de la habitación de su hermana y entrara haciendo "¡Uuuuuuhhhh! ¡Zoy un fantazma!" y ante el fingido grito de horror de su hermana, echara a reír como un loco quitándose la sábana de la cabeza.

Se acabó el juego —tronó la voz de Harry, acallando de pronto la risa de Jan que se dio un susto de muerte al no esperar que apareciera nadie tras él—. A dormir, mocoso. Como salgas de tu habitación, subiré personalmente a ponerte el culo colorado. Tus padres lo toleran, pero yo no estoy dispuesto a aguantarlo. Y los fantasmas no existen, que te quede bien claro. Y a ti, —le dijo a Lena—, debería darte vergüenza, que ya eres mayorcita para esto, ¿no?

Agarró con malas mañas a Jan del brazo, y tras dar un portazo lo arrastró hacia su habitación, mientras el pequeño lloriqueaba.

—De aquí no sales hasta mañana. ¡A dormir!

Lena, aún parada ante la puerta tras el tremendo portazo, pensó que ese Harry era un perfecto cretino, no entendía cómo sus padres no se daban cuenta. ¡Tratar así a su hermano! Joder, que tenía cuatro años. Se giró hacia la cama de nuevo y casi se cae del susto al ver allí sentada a una chica. Solo su dulce y calmada voz suplicándole que no gritara le hicieron contenerse.


—No te asustes, no voy a hacerte daño.
 
Enchanted Castle

—¿Qqq...uién eres? ¿Cómo has entrado aquí? ¿Vives en el castillo?

—Me llamo Allie, y... no grites, por favor, pero... soy un fantasma y... necesito tu ayuda.

Tenía un tono de voz tan afable que Lena supo que no tenía nada que temer, y se sentó junto a ella. Con dulzura infinita, le contó que llevaba un año muerta, pero no podía irse dejando a su novio Ran tan deshecho después de su muerte. Había una chica, Samy, que era perfecta para él, pero por más que lo había intentado, sus caminos aún no se habían cruzado. Estaba segura de que cuando lo hicieran, Ran podría olvidarla por fin y que juntos serían felices. Tras el susto e incredulidad iniciales, Lena, romántica incurable, se prestó a ayudarla a cambio de un favor.

Al día siguiente, Lena fue en bici al pueblo. Gracias a las indicaciones de Allie, localizó fácilmente el colegio donde Samy trabajaba. Se detuvo a cierta distancia y cuando vio que salía, reanudó el pedaleo para pasar junto a ella y fingir una caída. Tendida en el suelo se quejó exageradamente de haberse roto un hueso y Samy, tal como esperaba Lena, corrió presta a ayudar. Lena le suplicó que la llevara hasta el hospital y que pidiera que le atendiera el Dr. Hubert, diciendo que era un amigo suyo. Éste, claro está, no era otro que Ran. Ya en el hospital, en cuanto vio que Samy hablaba con Ran explicándole la caída y se dirigían hacia el box donde ella esperaba, Lena se las ingenió para escabullirse y volver al castillo. Al fin y al cabo, ya había hecho lo prometido y solo restaba dejar que el tiempo siguiera su curso.

—Ya está, —le dijo a Allie en su habitación esa noche—, ahora te toca a ti, aunque no sé yo...

—Sé lo que vas a decir. No temas. Tengo mis contactos. Confía en mí.

Esa noche, mientras la oscuridad reinaba en el castillo, el peor y más temible fantasma de todos los tiempos hizo su aparición en la habitación de Harry. Aún recuerdan en el pueblo los alaridos que daba el pobre diablo mientras huía en la moto, gritando como un poseso que el castillo estaba encantado.




Nota: Post escrito para la Escena 17 "Móntame una escena: en un castillo" propuesta por Literautas.