jueves, 23 de octubre de 2008

Waking Up To Reality

Despierta su mente. Llega amortiguado el sonido del mar. Aún con los ojos cerrados, deja que su cerebro vaya identificando lo que captan sus oídos: las olas, que llegan con algo de brío a la costa y terminan lamiendo la playa despacio y con mimo, para retirarse al instante con la promesa de volver. Las grandes hojas de las palmeras, mecidas por la brisa de la tarde, eco de animadas conversaciones y lejanas risas de un grupo de turistas del hotel, los pasos descalzos de alguien que corre por la arena se pierden… Abre los ojos, y se despereza lentamente. Se quedó dormida cuando leía en una hamaca en la tranquila tarde caribeña. El libro había resbalado a la arena y el marcador de páginas había escapado de él. Decidió dejar de hacer pereza e ir a la habitación. Empezaría a anochecer en breve. Tenía tiempo suficiente para darse un relajante baño, vestirse y pedir un coche para salir a cenar al pueblo. Al levantarse trastabilló y a punto estuvo de caer de lado junto a la hamaca. Su pierna derecha se había quedado dormida, pero unos brazos la habían sujetado con firmeza por la cintura, evitando la caída. Sin girarse sabía que era él. Y un húmedo y tierno beso en el cuello, acompañado de un aroma familiar, confirmó su sospecha.

¡¡¡¡¡Ring, riiiiing, riiiiiiiiinnnnnnnnnnnnnng!!!!! Despierta, guapa, que es precioso soñar, pero la vida que vives en tus sueños es virtual, y la que cuenta es la real. No te escondas. Sal a ella.

Era el sargento Esterhaus quien decía en Hill Street Blues eso de “Tengan cuidado ahí fuera”. Está bien el ser precavido e ir preparado, pero no debería frenarte en eso de salir, porque, —me viene a la mente otra frase, esta vez de X Files—, al fin y al cabo, “La verdad está ahí fuera”. Y, por si te encuentras bajo de fuerzas y ánimos, te deseo “que la fuerza te acompañe”.

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